domingo, 9 de marzo de 2014

Las manos, los vendajes y los guantes.

Por Hugo Armando.


Querido Lector, seamos claros, y seamos muy sinceros: las manos no son los mejores apéndices que podemos ocupar para el combate, a menos, claro, que contemos con la protección y educación técnica más adecuada. No es por casualidad, que los guantes han acompañado al púgil desde los principios del deporte, como bien se retrata en los frescos de la civilización Minioica de Creta, que datan de un periodo entre 1500 y 900 a.C. y que de considerarlo noble, debemos agradecer su invensión, como señala Clemente de Alejandría, al buen Ámico, de los Argonautas, hijo de Poseidón y Rey de los Bebricios, que fue conocido por su gran fuerza y habilidad en el combate. Los guantes, Querido Lector, tienen un origen noble.

Actualmente, los guantes son un caso de evolución, prohibición, y adaptación, como es el caso de los guantes “cestus” que se empleaban en el pancracio y que pasaron de ser tiras de piel que envolvían los nudillos, a ser un compuesto de piel y metales, con arreglos en el filo y el peso cada vez más peligrosos, hasta la prohibición de los juegos en el siglo I a.C. Hoy, los guantes conservan la fiabilidad y resistencia de la piel, los aislantes sintéticos, las telas y fibras naturales, y se configuran de distintas maneras dependiendo del deporte, subdividiéndose entre disciplinas de acuerdo con su uso, como es el de sparring, que tiende a ser más grande y acojinado; el de golpeo, que tiende a tener menos soporte en el área de los nudillos, o la guanteleta que tiende a tener un menor tamaño y peso, a veces sin pulgar, y que permite hacer énfasis en el entrenamiento de la velocidad y precisión de los golpes.
 


En el caso de la evidente diferencia que ya tuvimos la oportunidad de resaltar entre los guantes de boxeo y los de grappling, debemos ahora encontrar el punto de convergencia, que está en el manejo de los guantes con fines de protección, ya que ambos coinciden en prevenir algunas de las lesiones más comunes de los deportes de contacto, como la llamada “fractura del boxeador”, que es la ruptura del 4to y/o 5to hueso del metacarpo, que forman parte del complejo entramado de los 27 huesos de la mano,  y cuya causa más común está en impactar cuerpos inmóviles de alta densidad, como una pared, o bien por golpear de manera constante y con una técnica deficiente, en que la transferencia de energía del Húmero > Radio > Metacarpo, queda en los nudillos del dedo anular y meñique, en lugar de los nudillos índice y medio, que consiguen la forma más óptima de transferencia de energía.
Los guantes de AMM y de Box, se mezclan con una primera capa de vendaje que complementa el soporte a la muñeca y a los nudillos, ambos, pueden ser de un nivel bastante básico, con vendajes que corren de la muñeca a la palma y brindando un colchón adicional a los nudillos, o bien, pueden ser complejos y bien distribuidos enlaces de vendaje de algodón, y cintas adhesivas, que pese a limitar un poco la movilidad de la muñeca, previenen de este modo dislocaciones o fracturas. Para aquellos que se preguntan por qué no es común en las AMM ver castigos a la muñeca, entenderán que el grado y nivel de acojinamiento, dificulta mucho poder rotar o torcer al contrincante.
 
La diferencia entre el combate sin guantes y con guantes puede, según un recuento hecho por Manuel Velázquez, y citado por el “Journal of Combat Sports” (sin revisión), alcanzar una proporción de 140 mil muertes por millón, en las peleas sin protección, contra 76 por millón con el uso de los guantes modernos, pero, contrastado los resultados con la investigación realizada por la  Asociación Británica de Medicina, son los guantes la causa de un incremento en el daño al cerebro, y no representan una disminución en lo que refiere a la lesión ocular del desprendimiento de la retina, que es un tejido foto sensible en el fondo del globo ocular, que puede desprenderse completamente, llevando a la pérdida absoluta de la visión, y que debe de ser atendida dentro de las primeras 24 a 72 horas, antes de que el daño sea permanente.
En el caso de los guantes de AMM, es común que se den lesiones por piquete de ojo, algunas veces por accidentes propios de marcar el jab, o una repentina transición al glinch. Se tiene hoy día una discusión con respecto al proceder y la aplicación de sanciones para quienes ocurren en un “foul” intencional. Hasta ahora la medida  para el “foul” accidental, cuando éste detiene completamente la pelea, es el de determinar un ganador por conteo de puntos, y cuando se determina que el “foul” es intencional, se da la victoria por eliminación del que comete la falta. El piquete de ojo es un truco que concede más la maña que la fuerza, y hay especialistas de defensa personal y combate sin reglas, que lo sugieren como un método infalible, ya que requiere de poca fuerza para lograr una profunda lesión.
Para finalizar, quiero recordarle, mi estimado y finísimo lector, que si usted es practicante, no debe de echar a menos el invertir en buenos guantes, que son para protegerle a usted y a sus compañeros de entrenamiento. Los hay de diferentes marcas y precios, desde mullidos guantes Japoneses, hasta los correosos y castigadores guantes Mexicanos de alto poder. Le invito a hacer conciencia de la inversión que representa una compra de equipo de buena calidad, y sepa que su buen uso le permitirá larga vida a sus adminículos de entrenamiento, y a usted, un muy saludable desempeño. Así mismo, le recomiendo nunca escatimar en tiempo y esfuerzo para hacer un buen vendaje a sus manos, y tomar con ello, una actitud de impecable rectitud en el modo en que ejecuta sus técnicas de golpeo, pues sepa usted, que en el entrenamiento, los cuidados y toda responsabilidad son menesteres compartidos.

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